La nobleza mallorquina y su papel histórico
Para comprender la relevancia de la nobleza en el antiguo reino de Mallorca, es esencial situarla en el contexto histórico del propio reino y del papel de la nobleza en los grandes acontecimientos de la isla. Tras la conquista de Mallorca (1229-1231) por Jaime I, la isla se repartió entrelos conquistadores siguiendo el Llibre del Repartiment, quienes constituyeron la clase dominante del nuevo reino. A lo largo de los siglos XIII, XIV y XVI, la nobleza mallorquina se configuró con una mezcla de descendientes de los caballeros conquistadores, familias de la parte forense de la Isla trasladas a Palma, comerciantes e incluso familias extranjeras que se asentaron en Mallorca y fueron accediendo al estamento nobiliario. Es en este contexto donde tuvo lugar la constitución de la Confraria de Sant Jordi como corporación aglutinadora de la nobleza local.
A partir de la guerra de Sucesión española (1700-1715), la isla fue escenario de disputas internas entre partidarios del archiduque Carlos y Felipe V. Este conflicto aceleró la transformación política en Mallorca, especialmente con la aplicación del Decreto de Nueva Planta que reorganizó las instituciones insulares bajo el modelo borbónico, reduciendo las autonomías del reino.A principios del siglo XVIII, la Cofradía de Sant Jordi perdió vigor, siendo disuelta en 1778 por pragmática del rey Carlos III, como parte de una ola de reformas ilustradas que buscaban racionalizar el poder y eliminar corporaciones “privilegiadas” que se consideraban obstáculos para la administración central. Con ello, la nobleza mallorquina fue incentivada hacia otras estructuras de participación social (como las Sociedades Económicas de Amigos del País) más acorde con los cambios ilustrados del momento.






La nobleza mallorquina y su servicio a la sociedad
Desde el mismo momento de la constitución del reino, la nobleza mallorquina desempeñó un papel fundamental en la organización política, económica y
cultural del reino de Mallorca. Su influencia, aunque cambiante a lo largo de los siglos, se manifestó en diversos ámbitos: la arquitectura, la agricultura, la
milicia y el derecho, entre otros. Durante la Edad Media y la Edad Moderna, las familias nobles mallorquinas dejaron una huella visible en el paisaje urbano y rural de la isla. En la ciudad de Palma, los linajes más destacados de la ciudad y las villas construyeron casas señoriales que reflejaban su posición social y su gusto por las corrientes artísticas de cada época. Estos edificios, situados principalmente en el casco antiguo, no solo eran residencias privadas, sino también centros de poder y administración. En el ámbito rural, edificaron possessions (grandes fincas agrícolas) que integraban arquitectura residencial y espacios de producción agrícolas, conformando auténticos núcleos económicos y sociales. Estas propiedades contribuyeron decisivamente a la configuración del paisaje agrario mallorquín. La nobleza fue, durante siglos, la principal propietaria de la tierra en Mallorca. Desde la repoblación del siglo XIII, los grandes dominios se organizaron en torno a un sistema feudal primero, y posteriormente señorial, que combinaba la explotación directa con el trabajo de arrendatarios o colonos. Los nobles desempeñaron así un papel esencial en el desarrollo de la agricultura mallorquina, así como la mejora de los sistemas hidráulicos y de cultivo, contribuyendo al sustento de gran parte de la población rural y al comercio agrícola de la isla.
Asimismo, y desde los tiempos de la conquista, la nobleza mallorquina tuvo una función eminentemente militar. Durante los siglos XIII, XIV, los caballeros de la isla participaron en las campañas de la Corona de Aragón. Asimismo, y hasta el siglo XIX, muchos nobles continuaron sirviendo como oficiales en el ejército real o en la armada, especialmente en las milicias locales encargadas de la vigilancia del litoral. Su papel era tanto militar como simbólico: representaban la fidelidad al monarca y la defensa del orden social. Por otro lado, a partir del siglo XV, con el auge de las instituciones del Reino de Mallorca, muchos miembros de la nobleza se formaron en derecho y ocuparon cargos en la administración del reino y de la monarquía hispánica. Los nobles mallorquines sirvieron como juristas, regentes de la Audiencia, miembros del Gran i General Consell y embajadores ante la corte. Su educación en leyes y humanidades constituyó una de las formas más características de ascenso social dentro de la sociedad mallorquina.
El siglo XIX supuso una profunda transformación para la nobleza mallorquina. Las reformas liberales, la abolición de los señoríos y fideicomisos mermaron su poder económico y político. Sin embargo, muchas familias adaptaron su papel social: continuaron ejerciendo influencia a través de la vida cultural, la beneficencia y el mecenazgo, manteniendo viva una tradición de servicio, aunque bajo nuevas formas. Es en este contexto donde buena parte de la nobleza, que había canalizado su carácter corporativo hacia otras instituciones peninsulares, comenzó a reclamar la necesidad de una entidad propia. Tras el convulso inicio del siglo XX, con la desaparición de la monarquía, la instauración de la república española y el advenimiento de la guerra civil de 1936-1939, no fue hasta 1955 cuando, a iniciativa de determinados personajes de la nobleza mallorquina, se instauró y aprobó la constitución de la Unión de la Nobleza del Antiguo Reyno de Mallorca como realidad corporativa del antiguo reino de Mallorca.
